miércoles, 6 de noviembre de 2019

Conversación con un inmortal

A José Julián Martí Pérez.

 

Hemos llegado aquí,

al destierro de razón y tolerancia

donde cada palabra es proyectil

embriaguez, alucinaciones

donde el viento es pasado

el futuro

un torbellino de botellas también alucinantes, turbias.

La última copa roza mi garganta

después

se largan los espasmos de una voz que imaginé viva,

lacerante en cada letra

única en intención.

Ahora, traduzco la noche en Patria

y acato las dos como abrigo

por si sobra libertad

o esclavos que la mientan al menos una vez.

Esta noche invariable (mente?) nos pertenece

a usted

por los recuerdos de una gran nación

a mí

por no ver el exilio

                                 como promesa de felicidad.

Hermano, ¿qué somos?

¿una nube, un índice, un himno,

la virtud de lo humano e imperecedero?

Hemos llegado aquí

porque lo deseó el tiempo, la memoria

somos parte del verbo que no actúa

de un ejército harapiento

de las manos que envilecen esta tierra

tan mía como suya.

Si saludo el amanecer, la moral

o la intensidad de este poema

es por la sangre que hierve en el tintero

la botella que anoche

embriagó conceptos, dudas;

antecedentes de la penúltima batalla

que de librarla con las armas

usted, habría conquistado el mundo.

 

Hermano, hemos llegado aquí

para nosotros, toda esperanza.


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